1. A saber quien soy yo.

Mi nombre es Pablo. 
Soy una persona con instintos, emociones, sentimientos, razón, mente, intelecto. Estas tres últimas han sido, por regla general, distinguidas de las primeras, como aquello que nos diferenciaba de los animales, lo que nos hace verdaderamente humanos.
Una de las cosas que me describen es que no creo que estén tan alejadas las unas de las otras, puesto que las unas se nutren de las otras. Como aprendemos con las unas y las otras.  La educación no solo es razón, no solo son hechos, no solo es estudiar la relación entre conceptos. La educación es también la pasión, es intuición, creatividad, emociones, cuerpos con sensaciones, con padecimientos. La mente, la razón, el intelecto van más allá  del cálculo, de lo medible, de lo cuantificable. Es también aquello que nos recuerda que somos animales y que vivimos acogidos por un entorno que nos sustenta. Igual que los demás seres del planeta.
Digo cosas. Muchas cosas. Me gusta hablar y me gusta hacerme preguntas. También me gusta dar respuestas, pero no suelo estar muy seguro de ellas. O mejor dicho. Trato de escapar de la verdad. Pienso que nos debilita, que imposibilita la capacidad de seguir adelante, por el hecho de que diciendo “esta es la verdad” ocultamos otras posibilidades.  No digo que nada sea verdad, no creo que de todo haya que dudar, pero si creo necesaria la cuestión. La pregunta. No dudar por dudar, sino dudar para aprender. No aceptar todo como verdadero, sino ponerlo en cuestión para asimilarlo. Preguntas. Hacerse preguntas para aprender.
Un repaso. Me llamo Pablo, hablo mucho y me hago preguntas. Por otro lado, en cuanto a mi educación, he tenido la suerte de estudiar siempre lo que me gusta. Arte en general, teatro en particular y filosofía para aglutinar todo el jaleo... Ramas que se adaptan a las competencias pero que a su vez se alejan de ellas, en cuanto con la sutil diferencia de que para disfrutar de estas especialidades hay que poner especial atención en los procesos. Los resultados son secundarios, o mejor dicho, son, como el propio nombre indica, el resultado de algo. De ese proceso. Solo fijarse en el segundo es perderse el camino, hacer por hacer, por cumplir, por dinero, por prisa, por adquirir un papel, satisfacer un rol impuesto, recibir una nota, un título... en definitiva, alimentar al mercado convirtiéndonos en un producto que produce productos, resultados.  No digo que no haya que poner atención en el resultado, también es importante, pero solo es el final de ese enriquecedor trayecto.
En una obra de teatro que dura una hora están comprimidos meses de ensayo. Si es un buen grupo, si hay esfuerzo, dedicación, trabajo, sabemos que el resultado solo es un instante. Importante y satisfactorio, por supuesto, pero solamente es un momento.  Por el contrario, es  el proceso  lo realmente gratificante, lo que da sentido en gran medida al desarrollo creativo, donde aprendo de mí, donde construyo el personaje, estudio al autor, conozco a mis compañeros, donde trato también con sus sentimientos, llorando y  riendo con ellos.
A mi modo de ver, no ocurre lo mismo  en la educación y esto es un problema. No puede ser lo importante el resultado, porque este se desvirtúa, como se desvirtúa el arte, si solo se convierte en un producto para mi consumo. En este instante eso es lo que somos. Consumo. Producimos. Cuanto más rápido mayor número. Más resultados en menos tiempo  y menos desarrollo, menos procesos, menos creatividad, menos preguntas para no saber quién somos, qué hacemos y por qué hacemos lo que hacemos. Pero está claro que son preguntas que no interesan al mercado, porque derrumbarían un sistema de esclavitud y enfermedad que cultiva seres humanos igual que frutos que se consumen a sí mismos en un mundo de competencias.
Es un paraje desolador. Una lucha constante, un conflicto permanente entre las partes que tratan de sobrevivir ante este desastre. 
Si la educación no se aleja de esa lucha, o mejor dicho, si no se lucha por construir una educación que se aleje de la competitividad y los resultados. Si no se educa para la cooperación, para darnos cuenta de  que nos necesitamos, si no se educa en la empatía, en la diversidad, en la solidaridad, seguiremos siendo consumidores que fabrican productos estancos, materia inerte. Piedras en un sofá que malgastan su vida trabajando, reproduciendo tristes vidas vacías.

 Os dejo un link de youtube. Una animación interesante.
-HAPPINES por STEVE CUTTS  https://www.youtube.com/watch?v=e9dZQelULDk

Comentarios

  1. Excelente pregunta para comenzar "...quién soy yo". En este sentido, viene al caso la inscripción del Templo de Apolo en Delfos: "conócete a ti mismo". ¡Menudo esfuerzo se plantea tan sólo con preguntárnoslo!... pero siempre es un buen comienzo.

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  2. Buenos días Pablo,

    Desde aquí te quiero enviar mi apoyo para que todo salga bien.
    Ya nos contaras a tu vuelta, como se habrán terminado las clases comunes, leyéndote sabremos de ti.

    Mucho animo.

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  3. Me dejas sin palabras Pablo, menuda presentación. ¡Absolutamente genial!

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Solo quiero echar la vista atrás y no llorar.

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