Con salidas sin salida
Las competencias pretenden
establecer una educación que se base en satisfacer la práctica orientada a las
empresas. Formar profesionales que sean resolutivos, que sepan hacer, en un
mundo donde se tiene que trabajar para poder vivir. Esto es se establece para
los estudios que son eminentemente prácticos, pero también para aquellos que
implican una actividad intelectual. En este caso, a mi modo de ver, en la
educación han de darse ambos aspectos, independientemente del estudio que se
realice. No puede haber práctica sin “teoría” ni una “teoría vacía” que vaya dirigida a una práctica.
La educación pretende “formar
individuos”, no dar herramientas a esos individuos para que se formen a sí
mismos a lo largo de toda su vida. La creatividad no es solo dar educación
plástica. La creatividad es también saber hacerse a uno mismo. Dar herramientas
para conocerse, para descubrirme, para sorprenderme. No solo importan las salidas.
Importa también qué hago yo con eso que estudié y si soy realmente feliz con
ello, si trabajo a gusto con ello, si estoy orgulloso del tiempo que le he
dedicado y si es lo que verdaderamente me gusta hacer.
Para ello me tienen que
permitir, por un lado, el aprenderlo. Dejarme estudiar lo que me gusta. Por
otro lado tienen que ofrecerme el abanico de posibilidades que tengo sin
censurar mis preferencias. Mucha gente ha oído, incluso dentro de las aulas, “¿y
qué salidas tiene eso?” Yo siempre respondí “la salida que yo le daré.”
En la
educación habría de orientarse el asunto en los dos sentidos. Una parte
imprescindible que fomente y desarrolle las facultades creativas, que me
permita descubrirme en el arte, tocando un instrumento, haciendo poesía,
pintando, haciendo escultura, fotografía, audiovisuales, diseño, danza, teatro,
un sinfín de posibilidades que están ahí, que me ayudarían a crecer como
individuo. Y otra, que se oriente a un resultado en el mercado laboral. Siempre
la primera va a tener repercusión en la segunda de un modo muy positivo. Por
supuesto que me parece más importante fomentar la creatividad, porque la
experiencia me dice que los chicos y chicas lo agradecen, se les permite jugar,
no están en un colegio como si estuvieran en una fábrica, aburridos, quietas y
muchas veces presionados a hacer algo que no les interesa lo más mínimo, cuando
lo interesante sería ver a todos y todas activos, participando, contentos e
ilusionados con lo que están haciendo, no sintiendo que su vida es una pérdida
de tiempo. Puede que así mostrasen más interés por trabajar en lo que les
gusta, haciéndose profesionales de gran valor en sus campos, habiendo tenido
una base, una formación amplia partiendo desde un aprendizaje basado en la
libertad, no en la coacción, en la
creatividad, no solo en el resultado, en disfrutar de la enseñanza, para no
tenerla como un proceso tortuoso. Son muchos años en la escuela. Vivirlos negativamente,
copados de frustraciones, puede crear traumas muy fuertes en personas
brillantes. Alejémonos de eso. Eduquemos en la creatividad.
Me ha gustado mucho tu post porque me he sentido realmente identificada porque mi realidad en el ámbito educativo es muy parecida a la que tu describes: clases mecánicas, como en una fábrica, en la que la creatividad más que premiarse, se penalizaba, porque descuadraba a los profesores, no sabían como reaccionar si nos escapábamos del esquema preconcebido.
ResponderEliminarYo creo que eso nos ha pasado a todos realmente. Pablo cuándo públicas un libro?? Me encanta como te expresas!!!!
ResponderEliminar