Participar en las experiencias.
Para fomentar la participación en las aulas, en primer
lugar de los estudiantes, sería necesario levantar a los alumnos de sus pupitres y
promover actividades dinámicas que les saquen de su estado de aletargamiento. Su
situación desde las primeras horas de la mañana les invita a dormir, escuchando
una homilía interminable de la que únicamente se librarán en la hora del recreo.
Proponer actividades que impliquen movimiento.
Representaciones en literatura. Adivinanzas en historia. Salidas a museos y a
construcciones en arte. Proponer
lecturas activas o resolver problemas matemáticos entre todos.
En este sentido es preciso integrar a todo tipo de
alumnos en todas las actividades. No segregar, no dividir, no generar élites. La
inclusión social es necesaria en todos los sentidos, porque todos tenemos que
aprender de todos.
Por otra parte, las familias también podrían (en la medida de sus posibilidades) participar en la educación del alumnado.
Compartir con ellos sus experiencias vitales, emocionales, experimentales. Compartir con todos la experiencia en sus
trabajos. Su visión sobre los estudios, las posibilidades que ellos tuvieron de
estudiar, si su situación económica se lo permitió. En general, enseñar en la
vida a los alumnos. Hacerles ver como se ha vivido hasta ahora para poder
cambiar lo que creamos que no ha sido bueno para nuestra educación. Además de
esto, los padres podrían participar en cierto tipo de actividades para también,
aprender o recordar temas que quedaron en el
olvido. Participar sin pasar vergüenza.
Saber que el aprendizaje no puede incluir el miedo, no tener miedo a fallar,
porque en el aprendizaje el fallo es imprescindible.
En general, la participación se dará si hay propuestas.
No vale quedarse en un sistema tan anclado en el pasado como los pupitres del
franquismo. La vida es más que lengua,
matemáticas, historia, arte o geografía. La vida es vida. Hay que aprender a
cocinar, a limpiar, a coser, a mirar, a oler, a toca. Hay que aprender en la
práctica, que es la que nos regala las experiencias que nos invitan a sentir. La
participación será más activa cuando eduquemos para la sensibilidad y no para
el resultado.
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